EL SECRETO DE LAS LINEAS DE NAZCA
No hace tanto, y puede que no haya ni pasado todavía, en un país llamado Perú, se encontraba viajando había un joven Chasqui llamado Sarapi. El viajaba corriendo y a la velocidad del viento, atravesaba cordilleras, mesetas, montañas, cerros, entre sol y sol hasta que cayera la noche. Cuando esta lo cubría con su manto y las estrellas iluminaban su paso, él buscaba refugio en alguna comunidad que le recibía con comidas, alabanzas y un sitio cómodo dónde dormir. Su labor de mensajero a través del imperio Inca, como la del resto de los Chasquis, era venerada por su pueblo. A muy temprana edad se les reconocía la habilidad física y mental para entrar al círculo de prestigio de los Chasquis, y así iniciaba su entrenamiento para lograr el estado necesario para correr descalzo a través de desiertos y bosques por días a la vez hasta cumplir su misión de, pasar el mensaje al siguiente Chasqui esperando para su relevo o llevar el mensaje a oídos de el destinatario.
A pesar de que Sarapi sintió una profunda responsabilidad y honra al ser convocado para el envío de su primer mensaje, no sabría cuanto más profundo era el compromiso hasta que le comunicaran semejante mensaje. Él debía viajar por 7 días corriendo hasta conseguir al único Chamán capaz de curar a la hija del rey… él llevaba consigo la última esperanza del rey y reina para la sobrevivencia de su hija.
Emprendió su viaje atravesando áreas muy difíciles de accesar pero con la fuerza del corazón y a una velocidad de urgencia. Cuando paró a descansar, lo acogieron comunidades enteras con todo lo que tenían para dar en comodidad y alimento. A la quinta noche, tan cerca pero aún así tan lejos de su destinatario, demoró mucho tiempo buscando alguna comunidad para refugiarse. Esto no estaba en sus planes, de acuerdo al mapa que se le fue trazado por los mejores geógrafos del reino, el debía encontrar una comunidad para descansar cada noche de su recorrido. El no encontrarla sólo podía significar que estaba perdido. Resolvió divertirse un rato con unos trazados que encontró en el suelo, siguiéndolos en su forma laberíntica y espiral. Al rato de un poco de diversión, divergente del problema mayor, se quedó dormido en el suelo.
Cuando despertó pudo ver que a su alrededor no había mas que desierto en todas las direcciones. Definitivamente estaba perdido del camino y no tenía idea de cómo llegar él. En su mapa no había rastro de un desierto, sólo bosques y más trópico. Estaba desolado, era su primera tarea como Chasqui, se le había felicitado y venerado por 5 noches por su trabajo “ejemplar” y ahora su adorada princesa Inca podía morir por su culpa. En sus manos estaba la única esperanza que tenía la princesa de sobrevivir y estaba a punto de defraudar a todo su pueblo después de tanta confianza entregada. Era una situación para echarse a morir pero ni eso quería, porque no se podía rendir pero no veía otro salida. Estaba desolado, y sin más esperanza, lloró. Lloró desde lo más profundo de su corazón por su pueblo, su princesa y sus compañeros Chasquis. Esto sin darse cuenta de que su llanto había formado un pequeño riachuelo por la cuenca del laberinto. Cuando se dio cuenta, fue únicamente porque estaba elevado a la altura de una montaña y seguía subiendo. Al voltearse cayó en cuenta de que estaba en la mano de un enormísimo mono de un solo color tierra, que lo exploraba con ojos tiernos de curiosidad, tan claros en su inocencia y bondad que Sarapi no sintió miedo de que este le fuera a hacer daño. Gracias a esta confianza, Sarapi pudo observar lo que el mono, Hink’Inan le mostraba: aquellas líneas con las que él había estado jugando la noche anterior eran los trazados de unos animales tan grandes como su nuevo amigo, había una ballena, llama, colibrí, unas manos humanas, un pelícano, entre otros. También le mostró como ese sitio era antes un bosque tupido en fauna y flora dónde él y sus amigos vivían antes felizmente. Ocurre que aquel era el sitio para los rituales de agua al Dios Pariaca pero poco a poco los locales fueron olvidando las canciones y toda su tradición oral, este se enfureció y redujo todo el bosque tropical en la infinidad diminuta de una gota convertida en cristal, y a los pocos animales que no huyeron por fidelidad a su tierra, se volvieron gigantes y planos dibujos perfectos del desierto, dejados como muestra de la perfección de Pariaca y su furia.
Con este cuento, Sarapi cayó en cuenta que esta era la tierra sagrada de la cual su abuelo le contaba como fábula cuando el estaba pequeño. Y ahora era la razón de que este desierto no estaba en su mapa y el estaba perdido. Pero como Sarapi era un Chasqui astuto, vio en el mono una oportunidad para juntos regresar este sitio a la normalidad, Hink’Inan podría devolverle la vida al hogar y él a su princesa.
Juntos descifraron que tenían que encontrar el templo enterrado donde se encontraba el cristal infinito y los códigos para reconstruir los rituales perdidos. Sarapi era muy rápido y hábil, y desde arriba se pudo dar cuenta que había una conexión entre las posiciones de sus amigos y el sol, conocimiento popular por su sabiduría Inca en la astronomía. Hizo el recorrido a una velocidad y paso que fue dejando un rastro y a su vez mapa que Hink’Inan pudo leer. Era un trazado que señalaba su propio centro y dejaba claro un sitio donde excavar. Excavaron muy rápidamente con la ayuda de Hink’Inan y sus habilidades de mono gigante. Era una escultura con unos pictogramas que los dejaron a ambos congelados de tanta belleza. Aunque luego se dieron cuenta que a pesar de ello, esta belleza engañaba ya que no sabían descifrar el pictograma. Hink’Inan le dijo que no importaba porque lo más importante para él era mostrarle a través de la cristalografía, su hogar y como era antes del hechizo. Hink’Inan hizo unos cantos y le pidió a Sarapi que hiciera unos movimientos con sus manos diminutas sobre el cristal infitnito. Esto produjo unas luces asombrosas que los dejaron embebidos, casi hipnotizados en un viaje mágico a la realidad mostrada por el cristal infinito.
Juntos pudieron admirar la vida, música y magia del bosque que una vez fue. Después de explorar una rato pudieron caer en cuenta de que muchas de las cosas que veían en este bosque, eran aquellas manifestadas en el enigma del templo. También se dieron cuenta que todas aquellas posibles respuestas al código tenían su propia música. Así pudieron descifrar el enigma del templo y esbozar un ritual. Practicaron y practicaron diferentes fórmulas hasta que, sin darse cuenta, despertaron a los amigos de Hink’Inan. Se despertó la Llama __su descripción y nombre___, la araña __su descripción y nombre___, y el pelícano __su descripción y nombre___.
Sarapi se puso muy feliz ante la oportunidad de ser expectador de semejante reencuentro amoroso entre gigantes. A pesar de sus diferentes formas y movimientos, se daban abrazos y besos afectivos. La llama hacía ademanes de coquetería y alegría, la araña los abrazaba a todos entre sus brazos y el pelícano les rozaba con el pico y acariciaba con sus alas. Conversaron un poco sobre lo que había ocurrido hasta que llegaron a la parte de la historia del diminuto Sarapi que les observaba desde el suelo. Se entusiasmaron mucho ante el reto de hacer un ritual del agua como hacían los antiguos Incas locales. Se esforzaron por hacer los cantos con todas sus limitaciones fonéticas, pero estaban tan alegres que parecían jugar. Mientras se divertían y le cantaban con amor a Pariaca, crecía a su alrededor una selva llena de música y color, y a su vez ellos se iban reduciendo en tamaño, adquiriendo también su propia dosis de color. El cristal se había disuelto en agua y de donde se formaba una montaña de la cual manaba un río.
Cantaron y cantaron hasta que los cinco se quedaron dormidos, los cuatro amigos animales en la acogida de su hogar devuelto y Sarapi quedó inmerso en un sueño vívido sobre el resultado de todo su esfuerzo, la salud inminente de la princesa y alegría de su pueblo.
Encontramos jeroglíficos que quiza nos puedan ayudar a descifrar donde esta la gota de agua con la selva dentro.
Continuamos con Chasqui a través de ríos y desiertos buscando la gota de agua que guarda la selva...estamos cerca!
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