Al ver el hueso, se convierte en todo un narrador, haciendo uso de toda su experiencia y sabiduría empieza a contarles: "hace 200,000 mil años existían los cavernícolas y cada niño tenía de mascota: un dinosaurio, tan grande, como la mano de pulgarcito....
El viejo Ruuuck, anciano cavernícola, mira el sol, pero da un gran gemido, señal para que todos se levanten. Los primeros que salen son Lea y Aleo, los hijos de Brute y Tarza, peleándose un hueso casi sin carne, Ruuck volvió a gemir y todos volvieron a tranquilizarse, de pronto sale Brute, mirando que pasaba y Tarza detrás.
El sabio los mira y les da señal de ir de caza, va la piedra escogida para hacer la pintura rupestre, preparan las pigmentos y el abuelo pinta silenciosamente la imagen de la presa, los niños lo siguen y en el camino se esconden pues hay una manada de bisontes allí encuentran dos extrañas piedras y las llevan como tesoros, las esconden, bajo hojas secas. Llevan piedras y palos para cazar.
El grupo de los Arco Iris preparó pan, amasando, dando forma y luego llevando a la cocina para hornear.
Un rato en la biblioteca para compartir historias, buscar dinosaurios, huevos, huellas o cavernícolas. Cada uno va encontrando su lugar.
Alea cuida uno de los huevos que encontraron... lo mantiene escondidito
El momento de la cacería... Los cavernicolas aún no tienen lenguaje, entonces se comunican con sonidos y señas.
Y nació un pequeño dinosaurio... los niños del grupo Jacarandá fueron los actores, con mucho cuidado atendieron al bebé dinosaurio, y con gestos nos contaban lo que estaba sucediendo.
Al papá cavernicola no le parece buena idea tener ese invitado... Los niños lo protegen, así nos lo muestra Hélène, actuando de Alea: un despliegue de expresiones!
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